Mensaje de Viernes Santo: Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?

18 Abr 2025

Comenzando con las palabras de Jesús en la Cruz, el obispo húngaro Tamás Fabiny reflexiona sobre el sufrimiento que sigue siendo infligido a víctimas inocentes.

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Crucifijo en la capilla ecuménica de Bossey. Foto: FLM / A. Danielsson

Crucifijo en la capilla ecuménica de Bossey. Foto: FLM / A. Danielsson

El obispo Tamás Fabiny, vicepresidente de la FLM para Europa Central y Oriental, reflexiona sobre el sufrimiento descrito en el Salmo 22.

(FLM) - En un mensaje para el Viernes Santo, el vicepresidente de la Federación Luterana Mundial (FLM) para Europa Central y Oriental, el obispo Dr. Tamás Fabiny, explora el sentido del sufrimiento descrito en el Salmo 22, comenzando con las palabras exclamadas por Jesús durante los últimos momentos de su crucifixión.

Fabiny recuerda el poema, inspirado en ese salmo, que escribió el sacerdote, poeta y político nicaragüense Ernesto Cardenal para vincular el sufrimiento de Cristo con el tormento experimentado por las personas en el siglo XX. Con un detalle gráfico, teñido por su propia experiencia de vivir bajo un régimen totalitario, Cardenal describe la opresión y la tortura sufridas por las numerosas víctimas de la Alemania nazi y de las dictaduras militares de América Latina.

Esas “palabras dolorosas siguen siendo válidas hoy, independientemente del tiempo y del espacio”, reflexiona Fabiny, y añade que “este es un salmo del sufrimiento global”. Sin embargo, señala que en el primer Viernes Santo, “Jesús asumió todas las miserias de la humanidad”, de modo que “todos los que sufren pueden orar este salmo junto con Él –y junto con el autor de la Biblia hebrea”.

Vea el texto completo del mensaje a continuación:

Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Mensaje de Viernes Santo 2025

En Hungría, y probablemente en todo el mundo, leemos el Salmo 22 el Viernes Santo. Jesús, siendo judío, rezó un salmo en la cruz. Mateo 27:46 solo menciona el primer versículo, pero podemos suponer que Jesús oró todo el salmo. Él no solo experimentó el abandono de Dios, sino también la realidad de estos versículos: “Todos los que me ven se burlan de mí” (22:8); “todos mis huesos se descoyuntan” (22:14); “mi boca está seca como una teja, y mi lengua se pega al paladar” (22:15); “han horadado mis manos y mis pies” (22:16); “reparten entre sí mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes” (22:18).

Este salmo puede ser la oración de toda persona que sufre. Antes del tiempo de Jesús, muchas personas habían susurrado estas palabras en su dolor. Desde Jesús, estas palabras se han hecho realidad en la vida de muchas personas.

En su poema en forma de paráfrasis, Ernesto Cardenal (1925-2020) habla en nombre de muchos que sufren:

Dios mío Dios mío ¿por qué me has abandonado?
Soy una caricatura de hombre
el desprecio del pueblo
Se burlan de mí en todos los periódicos
Me rodean los tanques blindados
estoy apuntado por las ametralladoras
y cercado de alambradas
las alambradas electrizadas
Todo el día me pasan lista
Me tatuaron un número
Me han fotografiado entre las alambradas
y se pueden contar como en una radiografía todos mis huesos
Me han quitado toda identificación
Me han llevado desnudo a la cámara de gas
y se repartieron mis ropas y mis zapatos
Grito pidiendo morfina y nadie me oye
grito con la camisa de fuerza
grito toda la noche en el asilo de enfermos mentales
en la sala de enfermos incurables
en el ala de enfermos contagiosos
en el asilo de ancianos
agonizo bañado de sudor en la clínica del psiquiatra
me ahogo en la cámara de oxígeno
lloro en la estación de policía
en el patio del presidio
en la cámara de torturas
en el orfelinato
estoy contaminado de radioactividad
y nadie se me acerca para no contagiarse
Pero yo podré hablar de ti a mis hermanos
Te ensalzaré en la reunión de nuestro pueblo
Resonarán mis himnos en medio de un gran pueblo
Los pobres tendrán un banquete
Nuestro pueblo celebrará una gran fiesta
El pueblo nuevo que va a nacer.

Cuando estas líneas fueron publicadas por el sacerdote y poeta nicaragüense, los lectores pensarían en primer lugar en las víctimas de las juntas militares de América Latina. Pero las dolorosas palabras siguen siendo válidas hoy, independientemente del tiempo y el espacio.

Las primeras líneas se refieren al efecto deformador y humillante de los medios de comunicación. Tantas personas son blanco de la propaganda manipuladora y la difamación. Entonces, vemos imágenes de una guerra que es real en muchos países hoy en día. Ser registrado y tatuado con números no sólo nos recuerda las monstruosas hazañas y los campos de concentración de una guerra que terminó hace 80 años, sino también los destructivos poderes políticos de nuestro tiempo. Quitarse la identificación es totalmente pertinente para quienes viven en un país ocupado, sin derechos humanos básicos ni ciudadanía. Las camisas de fuerza y los hospitales psiquiátricos representan a quienes sufren una guerra psicológica. La presencia de una pandemia ha sido una de las experiencias globales más aterradoras de los últimos tiempos y la referencia a la radiactividad evoca también la emergencia ecológica que vivimos.

Se trata de un salmo de sufrimiento global.

A pesar de todo, hay que subrayar que el Viernes Santo Jesús tomó sobre sí todas las miserias de la humanidad. Él experimentó la mayor profundidad, el momento de ser abandonado por Dios. Por eso, todos los que sufren pueden orar este salmo junto con él, y junto con el autor de la Biblia hebrea.

Como creyentes, sabemos que al Viernes Santo le sigue la Pascua. Y entonces, una línea del mismo Salmo puede resonar en nosotros y en todo el mundo: "Anunciaré tu nombre a mi pueblo; en la asamblea te alabaré" (22,22).

Por el Obispo Dr Tamás Fabiny
Vicepresidente de la FLM para Europa Central y Oriental.
Obispo de la Iglesia Evangélica Luterana de Hungría.

FLM/E. Albrecht
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