
Obispo Medardo Gómez Soto. Foto: David Caceres del Castillo
Con profunda tristeza, pero a la vez con fe en la resurrección, las iglesias de la Federación Luterana Mundial de América Latina y el Caribe recibieron la noticia del fallecimiento del Obispo Medardo Ernesto Gómez Soto, ocurrido el 27 de marzo de 2025 en El Salvador. Su partida deja un vacío en la comunión luterana global, pero su legado profético y su mensaje de amor perdurarán como faro de esperanza.
La Obispa Revda. Guadalupe Cortez de Huezo, en su comunicado oficial a nombre del Sínodo Luterano Salvadoreño, destacó: "Nuestro querido pastor y obispo Medardo Ernesto Gómez ha partido a la casa del Señor, dejándonos un testimonio imborrable de fe comprometida. Fue guía espiritual de pastores y pastoras, referente de la voz profética que siempre tradujo su ministerio en mensajes concretos de esperanza, solidaridad y misericordia, especialmente para los más necesitados de nuestro país".
Con emotivas palabras, la Obispa Cortez añadió: "Su aporte a la Teología de la Vida continuará inspirando a todos los cristianos y cristianas que trabajamos por los valores del Reino de Dios: la justicia, el diálogo y la reconciliación para la paz. Fue un incansable procurador de los Derechos Humanos cuya voz resonó con fuerza durante el conflicto armado y cuya contribución fue fundamental para los Acuerdos de Paz de 1992".
The legacy and the memory of Bishop Gómez will live on.
- Rev. Sonia Skupch, LWF Regional Secretary for Latin America and the Caribbean
El Obispo Gómez, nacido el 8 de junio de 1945 en Quelepa, El Salvador, dedicó su vida entera al servicio del Evangelio y los más vulnerables. Formado en el Seminario Luterano Augsburgo de México, inició su ministerio pastoral en 1972 en San Salvador, donde estableció históricos diálogos interconfesionales con figuras como el mártir Monseñor Óscar Romero.
Consagrado como primer obispo de la Iglesia Luterana Salvadoreña en 1986, enfrentó con extraordinario valor los años más oscuros de la guerra civil (1980-1992). Su firme denuncia de las violaciones a los derechos humanos y su defensa de los sectores más vulnerables le costaron el secuestro y la tortura. Tuvo muchos reconocimientos, entre ellos nominaciones al Premio Nobel de la Paz.
Durante sus 38 años de ministerio episcopal, transformó profundamente la Iglesia Luterana Salvadoreña a través de su compromiso inquebrantable con los derechos fundamentales y la recuperación de la memoria histórica. En 2014, ya en la última etapa de su servicio, creó un innovador programa de acompañamiento a jóvenes en situación de exclusión social, demostrando que su pasión por el servicio nunca menguó.
En sus últimos momentos, el Obispo Gómez dejó un testamento espiritual que resume su vida y ministerio: "Lleven el mensaje de amor de Dios al mundo". Estas palabras, que ahora se convierten en herencia para toda la comunión luterana, reflejan el núcleo de su teología y su práctica pastoral. Como bien señaló la Obispa Cortez: "Este llamado al amor activo y comprometido será nuestro faro en el camino que debemos continuar sin su presencia física, pero con su ejemplo siempre vivo entre nosotros".
La Iglesia Luterana Salvadoreña ha decretado tres días de duelo nacional del 28 al 31 de marzo de 2025, durante los cuales todas las congregaciones del país dedicarán sus cultos a honrar la memoria de quien fuera su pastor y guía espiritual por casi cuatro décadas. La Obispa Cortez hizo un llamado a "mantener viva la llama del compromiso que el Obispo Gómez encendió en nosotros", citando las palabras de Romanos 14:8 que tanto amaba el obispo: "Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos".
La Federación Luterana Mundial se une al dolor de la familia Gómez Centeno, del Sínodo Luterano Salvadoreño y del Foro Ecuménico de El Salvador, al tiempo que celebra el extraordinario legado de este siervo de Dios cuyo ministerio encarnó radicalmente los valores del Reino. El mensaje final del Obispo Gómez -ese llamado urgente a llevar el amor de Dios al mundo- queda como tarea permanente para toda la comunión luterana global.